Resumen: Cerebros de Boltzmann
Las teorías cosmológicas que predicen la existencia observadores formados en su mayoría por cerebros de Boltzmann son cognitivamente inestables. Imagine que, de la nada, aparecen una serie de cerebros autoconscientes flotando en el vacío a partir de una fluctuación. Obviamente suena un tanto absurdo, pero resulta que estos cerebros, u otros tipos de entes absurdos, son producidos por ciertas teorías cosmológicas. Esta noción proviene de Ludwig Boltzmann, que en siglo XIX propuso que la entropía, que es una medida del desorden, siempre crece en un sistema cerrado.
Puede que esa probabilidad sea muy pequeña, pero si el tiempo del que se dispone es infinito entonces, con total seguridad, se generarán entes extraños, como los cerebros de Boltzmann. Pero, no vemos ningún cerebro de Boltzmann por ningún lado, cosa obvia, por otra parte. De hecho, si se es un buen científico positivista se debe de dar crédito a lo que se observa y concluir que si nuestra teoría predice este tipo de cerebros es que hay algo que no funciona en ella. Así que nos tenemos que conformar con cribas teóricas, como la existencia de cerebros de Boltzmann.
Eso significa un tiempo futuro infinito, por lo que puede haber fluctuaciones que produzcan cerebros de Boltzmann entre otros entes absurdos. Lo malo es que estos cerebros serán observadores de ese Universo, por lo que, a largo plazo, los principales observadores conscientes del Universo serán precisamente cerebros de Boltzmann y similares. Lo peor es que, entonces, según ese razonamiento, nosotros podríamos ser cerebros de esos. Carroll razona que si estos cerebros pueden aparecer a partir de una fluctuación entonces deben de vivir en un futuro lejano, pues el Universo necesita de un tiempo casi infinito para generar algo así.
Por tanto, como el Universo tiene sólo 13.800 millones de años de edad, no le puede haber dado tiempo a generar cerebros de Boltzmann y nosotros, por tanto, no somos ese tipo de ente. Si nosotros fuéramos verdaderamente ese tipo de cerebros en un Universo viejo, entonces nuestras percepciones estarían completamente aturdidas, pues lo que vemos y medimos es un Universo de 13.800 millones de años de edad. En este caso no habrá tiempo de que se formen cerebros de Boltzmann. Por otro lado, si la energía oscura permite la expansión eterna entonces sí se formarán estos cerebros al cabo de un tiempo a partir de fluctuaciones si se espera lo suficiente.
Si estas fluctuaciones están muy restringidas, la aparición de cerebros de Boltzmann puede que no se diera incluso en una expansión eterna. Por tanto, este criterio de la presencia de cerebros de Boltzmann puede ayudar a decidir entre diversas versiones de teorías cuántica de la gravedad. En otras palabras, si tu teoría predice una mayoría de observadores que son cerebros de Boltzmann entonces la teoría debe quedar descartada.
Puede que esa probabilidad sea muy pequeña, pero si el tiempo del que se dispone es infinito entonces, con total seguridad, se generarán entes extraños, como los cerebros de Boltzmann. Pero, no vemos ningún cerebro de Boltzmann por ningún lado, cosa obvia, por otra parte. De hecho, si se es un buen científico positivista se debe de dar crédito a lo que se observa y concluir que si nuestra teoría predice este tipo de cerebros es que hay algo que no funciona en ella. Así que nos tenemos que conformar con cribas teóricas, como la existencia de cerebros de Boltzmann.
Eso significa un tiempo futuro infinito, por lo que puede haber fluctuaciones que produzcan cerebros de Boltzmann entre otros entes absurdos. Lo malo es que estos cerebros serán observadores de ese Universo, por lo que, a largo plazo, los principales observadores conscientes del Universo serán precisamente cerebros de Boltzmann y similares. Lo peor es que, entonces, según ese razonamiento, nosotros podríamos ser cerebros de esos. Carroll razona que si estos cerebros pueden aparecer a partir de una fluctuación entonces deben de vivir en un futuro lejano, pues el Universo necesita de un tiempo casi infinito para generar algo así.
Por tanto, como el Universo tiene sólo 13.800 millones de años de edad, no le puede haber dado tiempo a generar cerebros de Boltzmann y nosotros, por tanto, no somos ese tipo de ente. Si nosotros fuéramos verdaderamente ese tipo de cerebros en un Universo viejo, entonces nuestras percepciones estarían completamente aturdidas, pues lo que vemos y medimos es un Universo de 13.800 millones de años de edad. En este caso no habrá tiempo de que se formen cerebros de Boltzmann. Por otro lado, si la energía oscura permite la expansión eterna entonces sí se formarán estos cerebros al cabo de un tiempo a partir de fluctuaciones si se espera lo suficiente.
Si estas fluctuaciones están muy restringidas, la aparición de cerebros de Boltzmann puede que no se diera incluso en una expansión eterna. Por tanto, este criterio de la presencia de cerebros de Boltzmann puede ayudar a decidir entre diversas versiones de teorías cuántica de la gravedad. En otras palabras, si tu teoría predice una mayoría de observadores que son cerebros de Boltzmann entonces la teoría debe quedar descartada.
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